Aunque la isla de Kalokeri solo existe en la ficción de la película Mamma Mia, gran parte de los escenarios que encantaron al mundo pertenecen a la auténtica isla de Skopelos, en Grecia. Con un entorno que combina el verde profundo de los bosques de pino y el azul turquesa del mar Egeo, este destino cautiva a todo aquel que lo visita.
Ubicada en el archipiélago de las Espóradas, Skopelos es una isla que aún conserva su esencia intacta. Sus playas vírgenes, rodeadas de naturaleza, contrastan con zonas cultivadas de olivos y viñedos. La arquitectura es sencilla y encantadora: casas encaladas de dos o tres plantas, con techos de tejas rojas o grises, y puertas y ventanas en colores vivos que llenan de vida cada calle. Sin aeropuerto, solo se puede llegar por mar, lo que ayuda a mantener su atmósfera tranquila y auténtica. Con apenas 6.000 habitantes, el turismo masivo aún no ha alterado su identidad.
Según las leyendas, Skopelos fue hogar de argonautas, cíclopes, centauros y dioses del Olimpo. Sin embargo, los primeros registros históricos se remontan al periodo micénico. Luego llegaron los tesalios, seguidos por los romanos. En el siglo IV, pasó a formar parte del Imperio Bizantino durante 800 años. Más tarde fue gobernada por venecianos y francos, hasta que en 1538 fue saqueada por el pirata Barbarroja y cayó bajo dominio otomano. No fue hasta 1830 que se incorporó oficialmente al Estado griego.
Lugares imperdibles
La capital de la isla, también llamada Skopelos, está construida sobre la ladera de una colina. Caminar por sus estrechas callejuelas empedradas es todo un desafío, pero vale la pena. Los balcones repletos de flores, los callejones sinuosos y la gran cantidad de iglesias –más de 300 en toda la isla– convierten el paseo en una experiencia única.
Entre los templos religiosos más destacados se encuentra la basílica de Agios Athanasios, edificada sobre un antiguo santuario dedicado a Atenea; la iglesia Panagitsa tou Pyrgou, que se alza sobre una roca junto al puerto y recibe a los viajeros desde el mar; y Agios Dimitrios, una pequeña basílica del siglo XVII construida sobre una iglesia bizantina.
En lo más alto de la ciudad se encuentran las ruinas de un castillo veneciano del siglo XII, construido sobre la antigua acrópolis. Desde allí, las vistas panorámicas del mar Egeo son impresionantes.
A unos 30 kilómetros al noroeste se sitúa Glossa, un pueblo de montaña que mira al mar con encanto propio. Sus viviendas siguen el estilo tradicional macedonio, con techos de cerámica y balcones de madera que destacan por su singularidad. Muy cerca, a solo siete kilómetros, se encuentra uno de los rincones más famosos de Skopelos: la iglesia de Agios Ioannis Kastri, construida sobre una enorme roca en medio del mar. Para visitarla, es necesario subir más de cien escalones, pero las vistas lo compensan.
En los alrededores de Glossa también se puede visitar el monasterio de Taxiarios, cuyo templo fue erigido en el año 672 y es el más antiguo de la isla. Además, se conservan restos de baños romanos cerca del puerto de Loutraki, las ruinas de la antigua ciudadela de Seliny del siglo IV a.C., y vestigios de un templo dedicado a Atenea del siglo V.
Otro sitio con encanto es Neo Klima, un pequeño pueblo rodeado de pinos y naturaleza exuberante. Sus dos playas, Elios y Hovolo, son de guijarros y destacan por su tranquilidad y belleza natural.
Un escenario perfecto frente al mar
Lo más memorable de Skopelos son, sin duda, sus playas escondidas, ideales para relajarse y admirar puestas de sol inolvidables. Rincones donde el tiempo parece detenerse y donde el sonido del mar se mezcla con las canciones de ABBA, creando una atmósfera casi mágica. Skopelos es mucho más que un escenario de cine: es un paraíso real por descubrir.
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